Recogemos la propuesta lanzada por nuestro estimado Jose María Pisa y repasamos la biblioteca de Gastromimix en busca de ejemplares de
Manuel Martínez Llopis con la intención de aportar nuestro granito de arena para su recuerdo, reconocimiento y admiración. No faltan un par de ediciones de “Historia de la
gastronomía española”. Encontramos “La cocina típica de Madrid” escrito junto a las recetas de Simone Ortega. También aparece su nombre en el prólogo del libro de “La
cuina medieval catalana” de Josep Lladonosa i Giró, otro autor admirado por
estos lares. No nos cabe la menor duda de que aparecerá el nombre de MMLL en
algún ejemplar más, pero la tarea de catalogar los libros que componen la Biblioteca Gastromimix se acumula y todavía quedan más de 400 libros por
repasar e introducir en el archivo informático.
Sí que tenemos sin archivar, pero memorizado y bien localizado, el curioso
ejemplar “De cocina erótica –para una historia del erotismo en la cocina-”. Este
libro pertenece a la “Colección Gastronomía Serie Literaria” dirigida por
Rafael Ansón de la Academia Española de Gastronomía. Es primera edición de
diciembre de 1983 y editado por Argos Vergara en Barcelona. La presentación del
libro corre a cargo de José María Alfaro, en aquel entonces Presidente de la
Academia Española de Gastronomía. El prólogo es del propio Rafael Ansón,
entonces Secretario de la misma.
El rosado libro nos sirvió, a Xesco y a un
servidor, para documentarnos hace unas cuantas semanas y poder charlar sobre cocina, erotismo y sexo en el programa
de radio Art&Teca de Ràdio4, invitados por Andreu Viñas. Divertido fue. Y nos dejó, como el buen sexo y el buen
condumio, con ganas de más.
MMLL no nos habla de su gata siamesa pero sí que dedica estas páginas a Otto “mi
pequeño ‘teckel’, que no se ha separado de mi lado durante las largas horas que
ha durado la preparación de este libro: ningún humano hubiera tenido tanta
paciencia”.
Una verdadera fuente de inspiración y una
enciclopédica recopilación de recetas, alimentos y saberes de diferentes
culturas a lo largo de la historia. A saber: la culinaria erótica hindú, el
erotismo en la cocina china y en la cocina griega de la antigüedad, la
culinaria erótica romana, la cocina afrodisíaca del Islam, los nuevos
afrodisíacos traídos del Nuevo Mundo, los platos afrodisíacos en la cocina
italiana, la cocina erótica en Francia, la cocina afrodisíaca en Hungría y,
como no, la de España.
Respecto a los alimentos afrodisíacos
encontraremos manzana, ámbar gris, criadillas, trufas, ostras, moluscos,
caviar, alcachofa, espárrago, perdiz, codorniz, becada, paloma, pulpo,
crustáceos, alcohol, licores renacentistas, licores para damas, ratafías,
rosolis, hidromiel, hipocrás. Todos ellos y muchas más sorpresas en una
cantidad de recetas que superan en número a los días que tiene un año. Así que no hay
excusa para quejas y dramatismos. Imaginación y cachondeo al poder todo el año, ya sea en compañía de número indeterminado, o
bien degustando la deliciosa gollería titulada "Trufas a la Belle Ferronnière":
“Se
eligen con gran cuidado una docena de trufas negras frescas, que se lavan y se
enjugan procurando que no se deterioren. Una a una se envuelven en unas hojas
de papel fuerte de tamaño adecuado, que antes de ser utilizadas se habrán humedecido
en agua caliente. Así preparadas se ponen las trufas sobre las brasas, donde se
mantienen el tiempo preciso para que se asen, sin dejar en ningún caso que
lleguen a quemarse las envolturas. Cuando se hayan cocido, se desembarazan de
los papeles y se disponen con mimo sobre una fuente. Este recipiente se coloca
sobre una vasija que contenga agua en ebullición para que las trufas se
mantengan a la temperatura conveniente y no se enfríen.”
Después de aviar las trufas, MMLL propone “preparase una bebida tonificante que
actuará como remanso de paz y sosiego. Por ejemplo, puede poner en la coctelera
una yema de huevo fresco, una copa de buen consomé frío y otra de un oloroso
jerezano bien frío; agitará bien y verterá la mezcla en una copa de fino
cristal que también estará refrigerada. Dejará la copa al alcance de la mano y
de acuerdo con sus gustos personales seleccionará alguna literatura sedante,
como pueden ser Virgilio, Gracián, Montaigne, Rabelais, Quevedo, Woodehouse, o
si lo prefiere, excitante, como Aretino, Brantome, Casanova, Lawrence, etc. En
el momento que lo juzgue oportuno, comerá morosamente las trufas, rociándolas
con suficiente, pero sin excederse, champagne ‘brut’, cuyas milésimas
correspondan a un año privilegiado y cuya temperatura se encuentre cercana a
los cuatro grados centígrados. Realizado este sibarítico refrigerio en honor a
Afrodita, leerá calmamente algunas páginas del autor elegido, las suficientes
para alcanzar la paz interior. Entonces, como culminación de la experiencia,
beberá la copa de la mixtura que serenará su espíritu, se arrebujará en la
frazada y se dispondrá a soñar, solo,
naturalmente.”
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