Llueve, refresca, hace
frío. Es primavera y llueve, refresca y hace frío. Lentejas, cocido, hervido,
caliente y reparador. Llueve de nuevo, llueve sobre mojado. Hace tiempo que
llueve, te mojas, calado hasta las entrañas, hace frío, enfermarás. Lentejas otra
vez, me gustan las lentejas, las tuyas no. Te mojas esperando ver salir el sol,
el sol no llega, quieres ver la luz, no llega, nada pasa, nada haces, ya
pasará. Esperas, ignoras, ya no convences. Hoy comes lentejas de nuevo. Lluvia
y lentejas. Afortunadamente no hay lentejas todos los días, no son torrijas.
Lentejas para todos, sosas, tontas, las de siempre, frías, sin tropezones, de
rutina, sin sexo ni alegría, rutinarias,
zafias, de puchero carcelario, a tu manera, sin interés, aburridas, antiguas, pesadas
y rancias. No lo quieres ver, llenas la cuchara y abres la boca, te alimentan
pero no te dan placer, no lo quieres ver. Sigues mirando en otra dirección.
Bastaría con un poco de chorizo, con sofrito, con jamón, con huevo, con pasión.
Ración doble, que sobren para la cena, amor con amor se paga. Tú no quieres
lentejas, eso no es amor, estás cansado, aburrido, deprimido, harto, frustrado.
Mirar para otro lado ya no sirve. Si hay de nuevo lentejas no comeré, me
revelaré, no quiero tus lentejas, otra vez no.
Tus lentejas llevan dos
dedos de grasa y las sobras pasadas de la nevera groseramente troceadas y
añadidas sin acierto. Hierven al descuido, se abren, se pasan, se rompen, no
tienen gracia. Siempre igual. ¡Cuánta ignorancia junta! Nadie levanta la cabeza,
aquí no pasa nada, como si fuesen las mejores lentejas del mundo. Inmovilismo
recalcitrante, ignorancia. Tus lentejas no alimentas más que desamor y nadie
dice nada. Si hay de nuevo lentejas no comeré, me revelaré, no quiero tus
lentejas, te las comes tú y te quedas con ellas.
Otras lentejas son
posibles. Pequeñas pardinas o grandes castellanas. Las primeras de cocción
rápida, las otras precisan remojo. Antes les hacía un sofrito, ahora las hago
hervidas, más ligeras, menos contundentes, los tiempos cambian, nos adaptamos,
evolucionamos. Nada es más sencillo que cocinar unas agradecidas lentejas. Una
parte de legumbres por tres o cuatro de agua y a cocer, o caldo si fuese
menester. A fuego manso, tranquilo, sin prisa. No por hervir con violencia estarán
acabadas antes. Selecciona sus acompañamientos con cariño, unas verduritas
servirán. Trocea con acierto, de tamaño parecido a la legumbre: calabacín, ajo,
cebolla, puerro, apio… añade un puré de tomate y unas alcachofas torneadas. Una
hoja de laurel bastará, quizás no. Deja cocer lentamente y solo al final de la
cocción dale una sorpresa con unos trocitos de sobrasada y panceta, de
jamoncito finamente cortado, de chorizo tierno colorado o recia butifarra
negra. Alegra la olla con un suspiro de vinagre, dale la puntita de acidez que
les robaste, devuélvele la vida y disfruta. Verás a los tuyos sonreír y no son
las lentejas, es el amor que pusiste en la olla.
No quiero más lentejas de
la tuyas.
M'ecantan, rebones:)) amb fulla de llorer i poder arròs blanc
ResponderEliminarUn bon dia Xesco, amb pluja o sense és primavera
A veces es poco lo necesario para hacer las cosas bien, bon dia Fina
EliminarPer força, toquen la fibra.. :-)
ResponderEliminarEsas lentejas, amic meu, dan calor por fuera y por dentro. Más en la distancia. Graialot! ;-)
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