Vamos a Barcelona, parada y fonda en la Llibrería Antiquaria Studio. Allí pretendía encontrar algo que añadir a la biografía del periodista y escritor Carlos Ossorio y Gallardo. En vano busqué y rebusqué entre libros de viejo. No hubo suerte, nada que me permitiese datar “El arte de comer bien”. Algunos datos que acotaron las fechas pero nada definitivo.
Camino del Paral.lel sigo pensando en cómo darle forma a un artículo que me lleva rondando unos días por la cabeza. Algo a propósito de los Cocineros Solidarios sobre los que escribió la periodista Cristina Jolonch en La Vanguardia de hace unos días. Un recorte de prensa que me dejó estupefacto, indignado circunflejo y meditabundo. Si me rehago del susto y viene al caso retomaré el tema. Con el tiempo he aprendido a no precipitarme en mis opiniones para no hacerme más impertinente de lo que cabría llamar como normal aunque en ocasiones no lo puedo remediar. Esta vez escribí lo primero que me vino a la cabeza y en una relectura más pausada decidí esperar, no se puede ser tan incisivo. Omertá.
Avinguda del Paral.lel 164, coctelería de portero en puerta. Empezamos mal, nunca me gustaron los porteros. Doy una vuelta, curioseo a través de la puerta trasera, la entrada de mercaderías o la salida de elementos de reciclado y caquitas varias. Entre la coctelería y la puerta trasera se encuentra un local en obras, enorme, allí se le dan los últimos toques a lo que será Tickets - La vida tapa.
Una vez dentro del local la primera impresión es que este podría ser un bar de copas cualquiera, pero no lo es. Snackería y coctelería 41º. Detrás de la barra Albert Adrià está al mando, no dan abasto, preparaciones inacabadas. Recomienda coger sitio apresuradamente pues en breve se pone hasta la bandera y el espacio es escaso. El público anda confundido –dice- y es que aquí no se viene a cenar sino a tomar unas copas, las hay de legales e ilegales, con y sin. La sorpresa es poder acompañar los tragos, cortos o largos, con una pequeña selección de snacks de lo más bulliniano, nostálgias. Un pequeño legado tras el inminente cierre de elBulli. Y no son imitaciones, son fieles reproducciones.
Entre los clientes hay varios colegas de profesión y proveedores del sector. Todos ellos fácilmente identificables. El número de currantes iguala o supera al de clientes, miedo me da. El resto de clientes son clandestinos inmigrantes de la zona alta, han cruzado la Diagonal para llegar al Paral.lel guiados por la tendencia y la moda a la última. No hace ni dos días que abrieron.
Espero pacientemente a mis acompañantes. Soporto las miradas que acechan la mesita de cuatro que ocupo. El camarero me tranquiliza, la mesa queda reservada y no tendré que pelearme con nadie. Buena noticia, sigo leyendo “El hostal, la fonda, la taberna y el café” de Luís Almerich (Barcelona, 1945). Una Damm Inedit y una ostra al natural para hacer tiempo.
Llegada la compañía la velada se vuelve amena, interesante, planeamos nuevos encuentros gastronómicos, nos felicitamos. Es nuestro primer encuentro desde antes de las Navidades. Todos se han sentido incómodos con el portero inquisidor.
Anecdotario del que ve lo que no quiere ver y nadie más ve:
La señorita que nos sirve el cava se retuerce de esfuerzo para abrir la botella, me esperaba un efecto meteorismo de inmediato, las muecas hacían preveer lo peor. Zas! Salta el corcho y después las Fuentes de Montjuic parecieron pequeñas. El cava salió despedido salpicando todo cuanto encontró por su camino. Cazadora al perfume del cava. – No se preocupe señor, el cava no mancha. Y apresuradamente se preocuparon de limpiar el suelo, ni un gesto para con nuestras ropas ni butacas, pa qué!. Las servilletas llegaron después, alguno de nosotros las pidió. In illo tempore, cuando la gastronomía no era lo que es hoy, recuerdo que de inmediato aparecía el maître con una botella de rango superior cortesía de la casa. Eran otros tiempos. Esta vez, lo primero fue el suelo.
De las seis aceitunas esterificadas sólo llegan cinco, y eso que éramos cuatro. La camarera pregunta si alguien quiere repetir y zamparse la quinta unidad. Agarra las cucharas, coloca la esterificación de aceituna en mi cuchara y se la entrega al vecino, como si eso no tuviera importancia. Compartimos jugos salivares. Toma ya! Desde hoy el vecino tiene una gripe escandalosa.
Pistachulines de yoghourt, ostras con menta, esperamos las algas crujientes que no llegan... Reclamamos... -¿Nadie les avisó? No quedan algas crujientes-. Ya había alguna falta en la carta que nos entregaron al inicio pero las algas sí estaban. Corte helado de parmesano y galletas de cacahuete y miel.
Salimos a tomar el fresco, de regreso el portero dice: - Qué? Nada. Entramos sin más, el pobre no se había fijado en nosotros. Normal, ni Porche en la puerta ni abrigo de piel.
Visita rutinaria al escusado. Ya le falta el pomo a la puerta. El pavimento continuo del suelo me encanta. A la salida me cruzo con Albert y me enseña el local anexo. Con todo lujo de detalles. Los distintos ambiente, la mesa de fibra de vidrio, una escultura de persianas, el homenaje a la Barceloneta , La Estrella con los depósitos de cerveza desproporcionados, de avión, la barra para los montaditos al momento, el rincón de las televisiones ocultas para los más futboleros, gracias Ferrán, la dolça y su carpa, el rincón del pan con tomate, el carrito que recorrerá el local con los helados. El futuro bulevard. Anuncia entradas al estilo del teatro: función de las 19:15 – cuatro mesas; 19:35 – tres mesas más. Así hasta 2cientos. 60 referencias a disposición del público, los platillos del día.
Aviso: esto no es un bar de tapas, es una feria del tapeo. Un sueño hecho realidad. Todas las piezas encajadas como si del Tetris se tratase. Iremos a ver el fútbol, se lo aseguro.
Recuerden que el anecdotario no es nada más que eso, pura anécdota. De esas las hay en todas partes y a veces nos recreamos en ellas. Lo importante que era el servicio, las copas y los snacks estaban de lujo. La cuenta ascendió a veinte euros por cabeza, razonablemente correcta.
Bueno, me ha quedado un sabor agridulce. A mi forma de entender, no te mojas. Describes con cierto rencor. Leo y tengo la sensación de que saliste decepcionado. Se deduce del artículo que, como mínimo, el servicio no estaba a la altura de lo que se le supone a un local de este nivel. Cuatro personas a 20euros son 80 euros, y al final nos sueltas que todo perfecto. No lo entiendo. Parece como si te doliera sacar ciertas conclusiones amargas. Quieres que te guste, pero no es así, y te jode admitirlo... ¿Me equivoco?
ResponderEliminarLa verdad es que me quedo muy sorprendida con la anécdota, sobretodo con lo de la oliva, supuestamente tendrían que tener a personal que tenga unas mínimas nociones, y mas tratándose de un sitio tan "pijo" (me remito al comentario del porche y las pieles), no lo he visto nunca que hicieran eso de ir pasando ya no la saliva del comensal que tiene guasa, sinó, la comida de una mesa a otra, he leído a starbase, y la verdad que me ha gustado, aunque me has "matao", con esto de la oliva, sin contar "la fiesta de la espuma"...jajaja, auqnue esto último le puede pasar a cualquiera.
ResponderEliminarMe despido no sin antes recordar aquello de...
...Cuando las babas del vecino veas acercar...
..Pon tu cuchara a remojar...
:P
anna valés: buenísimo el artículo sobre el 41º, divertido, elocuente e informativo. Habrá que conocer a los nuevos vecinos!!
ResponderEliminarMónica Egui (megui@hotmail.com):
ResponderEliminarConfieso que ha llegado un punto del post en el que creí haberme perdido y estar leyendo otro.
Disparo... está claro que la parte más tangible de la experiencia gastronómica depende de la comida y el servicio (con los diversos factores aquí incluidos), y que hay otra, un tanto subjetiva, como el trato del personal, la información que éste te brinde, el precio de los platos, la estética del local, su ambientación, entre otros.
Este post me transmite la sensación de poca sensibilidad por parte del equipo humano, descoordinación general, mala gestión y poca calidad de servicio, razones suficientes para no volver a un restaurante por muy correctos que sean los snacks/copas o por mucho sello "bulliniano".
En mi opinión, #huge fail y más en un mundo/entorno 2.0 donde compartir experiencias está a la orden del día... al final todo se resume en eso, experiencias, momentos y recuerdos.
Javier.
ResponderEliminarSin haber estado, y sin saber mucho he de decir que me parece un poco prematuro y precipitado no volver a un lugar que lleva dos días abierto por los fallos cometidos. Si después de un més las cosas siguen así, vale. Pero no se puede evaluar un local con solo una visita.
Me he dado a mi mismo dos dias para contestar. Por aquello de aposentar y tal.
ResponderEliminarGracias por la cita de la crónica personal, vaya por delante.
Mi impresión es que realmente, al final, de lo que va este post es literalmente revelado en el título:
41º blablabla, Adrià blablabla, anécdotas blablabla...
Pero lo gordo vendrá con el local de tapas. Ganitas tengo ya.
Jaume: dejando a un lado el sabor agridulce, sí me mojo, el lugar se muestra como una coctelería única y no hay que perder de vista lo que en el futuro nos ofrecerá.
ResponderEliminarPetita cuina, pondremos en remojo lo que haga falta. Es un lugar con un encanto especial.
Anna: es buenísimo tener unos vecinos así, ya sabes, la gente atrae a la gente
Mónica: estoy con Javier, no se puede o no se debe juzgar a la ligera el trabajo de los bares y restaurantes. Como dijo Ferràn un día. Es una función de teatro en la que cada día te cambian el guión y eso es muy dificil de ejecutar. Una sola visita no es nunca suficiente. Ya lo digo más arriba, yo pienso repetir (si el portero me lo permite, claro)
Yo tambien he quedado un tanto perplejo con la descripción. Si no fuese por la última frase laudatoria, hubiese podido pensar que no te había gustado. Por otra parte, será una coctelería cojonuda, pero, por lo leído, la mayoría bebisteis una botella de cava (mejor dicho, media) menos el amigo abstemio que se bebió un zumolandia.
ResponderEliminarPor otra parte, tratándose de quien se trata, oon ese nivelazo de profesionalidad que se le supone, lo de que sólo lleva 2 días abierto no debería ser excusa.
Para mi que a veces, según con qué gente, se es demasiado complaciente. Con trato como el que mencionas lo habitual es que no haya segundas oportunidades. Y como me fío de tu rigor en la descripción no sé por qué tengo la impresión de que otra gente a lo mejor no es tan complaciente, y el resultado se traduce en tremendo hostiazo.
eSedidió:
ResponderEliminarHaga el favor de no tirarme de la lengua, que después me salen amigos por todas partes. Una segunda oportunidad es necesaria en nuestro negocio. Los fallos están para corregirlos y días malos los tenemos todos, incluso los de la alta escuela.
Oscar: estoy de acuerdo. Bla, bla bla. Lo bueno está por llegar. Cuando se pueda comer en Tickets la peña va a flipar. Como Disneylandia pero en tapas.
Mónica Egui (megui@hotmail.com):
ResponderEliminar"Se vive una sola vez, pero si lo haces bien, una vez es suficiente" Mac West
A todos, nos cambia el guión día a día. La diferencia está en cómo gestionarlo, en la capacidad de reacción/reflexión y en la actitud que tengas para afrontarlo.
Mi comentario, basado completamente en la sensación que tuve al leer tu post, no pretende juzgar a la ligera el trabajo que realizáis los que estáis en el difícil mundo de la restauración, ni mucho menos está orientado hacia los fallos cometidos, sino a la mala gestión y a la falta de sensibilidad y cuidado por el cliente... supongo que en este caso no tendrá mayor relevancia estando la marca "Adrià" de por medio... puedo imaginar decenas de comensales matándose por conseguir una reserva, pero y qué del italiano de la pizzería de la esquina, crees que correrá con la misma suerte?
A veces en la vida no hay segundas oportunidades para dar una buena impresión, para generar un momento memorable... en tu caso, te deseo suerte con el portero.
A la gente no le ha quedado claro todavía que lo que se ha inaugurado es la coctelería y que para acompañar los cócteles se puede uno deleitar con los esnacks bullinianos.
ResponderEliminarLa verdad es que viendo la información en varios medios de comunicación, no queda nada, nada, nada claro.
El verdadero festival vendrá cuando se abra el Tickets. Esperemos... No sé por qué pero me arriesgo a asociarlo al concepto castizo y madrileño del Mercado de San Miguel, junto a la Plaza Mayor. En este caso se apuesta por el Paralelo, el show cabaretero, el ambiente de feria y la vanguardia catalana... Esperemos, esperemos...
... por eso yo no hablo nunca de mis compañeros de profesión......
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