Hace unos pocos días durante una sobremesa nocturna de tertulia
gastrosófica agarré un libro de la mesita y leí unas líneas a los invitados. De
hecho nadie había oído ni siquiera hablar del Duque de Gastronía, ni de la Gastrónica, los SIC (gente Sensible,
Inteligente y Culta) o los CQQ (Cómo Quiero Que…).
Pues bien amigo mío, usted que es más SIC que tumbaollas, comprenderá que en
esta ocasión comparta con nuestros amigos unas líneas sobre Arturín, ese
elocuente mago de la escritura gastrónica que tan buenos ratos nos hace pasar.
Brevis introductio ad Arthurum:
Arturo Pardo Batiste (Madrid, 1942)
Arturo Pardo Batiste (Madrid, 1942)
No he tenido la suerte de conocer en persona a Arturo Pardos, aunque quizás
en un futuro podamos ponerle remedio. Como cuándo nos acercamos a Lleida para
charlar con Lladonosa, a Tudela para conocer a Gaspar Rey o a Madrid para
comer donde Sacha. Como suele acontecer
actualmente, lo virtual también acerca a las personas y es así como he podido
ir siguiendo la pista a tan sugerente personaje. Puedo sacar algunas
conclusiones tras la lectura de alguno de sus libros, puedo decir también que
le conozco un poco, por lo pronto, un poco más de lo que él me conoce a mí.
Descubrí el fin de la Gastronomía y el nacimiento de la Gastrónica a
mediados de los noventa, con una muy entretenida “Crítica de la Gastronomía
Pura”, premio de la crítica en el V Salon Internacional du Livre Gourmand de
Perigueux. En un temerario ataque de emoción incluimos el discurso gastrónico en
el temario de Cultura Gastronómica durante mis clases en La Escuela. Quizás se
incluya en aquella famosa lista de lecturas recomendadas que celosamente
guardas. Mis neuronas revolotearon alteradas con la lectura de este libro y
todavía hoy discurren alteradas por esas más que cuestionables hipótesis con
las que frecuentemente sustenta teoremas aparentemente razonables. Seguramente
hoy lo volvería a mostrar a mis pupilos aunque no como temario, válgame Dios.
Ya lo decía antes. Una temeridad. Eran otros tiempos y yo un petulante
maestrillo de perolas y fogonazos. Pero a lo que íbamos y abreviando:
Arturo Pardos es un extravagante ilusionista de elegante postura, crítico
narrador, intrépido hacedor de palabras, pensador al punto irreverente, un genio
de sarcástico y casuístico discurso gastronómico. Creador del escenario más
bello para el Teatro de la Gastronomía. Arquitecto, profesor, dibujante,
escritor, experto en la obra de Dalí, mago y una eminencia del
gastropensamiento freudiano más abstracto y pintoresco.
Ay amigo mío, no sabes bien cómo sus personalísimas ilustraciones y dibujos
me recuerdan a los que en su día hiciera Saint-Exupéri.
He ido siguiéndole la pista a lo largo de los años y no deja nunca de
sorprenderme. El año pasado volvió a llamarme la atención con su último best-seller
“Cómo Quiero Que me sirvan el vino”, también premiado en el VI Salon
Internacional du Livre Gourmand de Perigueux como el mejor libro profesional
sobre el vino publicado en España. Buena falta
nos hacía un libro así. Desde sus páginas describe con destreza la
etiqueta adecuada para el servicio del vino, de nuestro vino, no el del
sumiller. Toda una lección de procederes para la sumillería del país. De donde
se entiende que El Duque de Gastronia se lo ha bebido todo.
“La ignorancia y la dejadez en el
servicio conducen, inexorablemente, a la destrucción del placer.”
No me perdono el haber perdido la oportunidad de tomar mi alternativa en la
Gastroteca de Stéphane y Arturo, como
tampoco nos perdonaría don Arturo si descuidásemos a Stéphane Guérin. Ella es,
seguramente, el alma cocinante del Ducado de Gastronia, y él se presenta como
su honesto intérprete y más fiel admirador. Mas debo guardar silencio en esta
empresa pues me declaro un imperfecto ignorante. Como bien decía antes, quizás
en un futuro podamos perdernos por Alcabón o donde fuera que se hayasen para
dialectar y entroncarnos un buen cocido, el cocido de la madre.
Y por último, mientras me hallo inmerso y atrapado en la lectura de “El ocaso de las
paellas” , se me ocurre escribir estas líneas y convidar a conocer un poco más al
maestro de ceremonias más enigmático de toda la historia a través de este ÁgapeAnaléptico narrado por Patricia Nieto o visualizando y escuchando esta
disertación sobre las paellas en La Luna de Valencia con Alfonso Ortuño y Fernando
Sánchez Dragó.
A más ver añorado amigo.
A más ver añorado amigo.
Para que luego digan que la retranca es un invento de gaitalandia.....
ResponderEliminarEstá usté sembrao, master, se nota que le viene bien cumplir años. Y que conste que ya me hubiera gustado a mí meterle mano al tema, pero, qué quiere, no hubo valor....
Querido Xesco,
ResponderEliminarEntrevista gastrocósmica la de este trío. El casco, el antifaz y el escudo servirían de mucho acá en Locombia. El Duque de Gastronia entraría en cólera y provocaría sangrienta escabechina al ver y degustar (si se atreviera) las atrocidades paellísticas que me encuentro por estos parajes. Creo que con nuestro amigo Pisa se convertirían en Paella Serial Killers...
Le mando un nostálgico y arrocero abrazo.
Pantxeta