El Diari de Castellbisbal. Arrossos (3)
Con frecuencia, cuando hablamos de caldos, son pocos los que conocen o
saben cómo se hace un caldo oscuro de carne. Casi los mismos que saben que
existe. Es algo común en los cursos de cocina para aficionados encontrarse con
que el primero de los problemas para hacer un buen arroz se encuentra en que no
sabemos cómo hacer un buen caldo, ni siquiera un caldo aceptable. En general,
en casa, para hacer arroces se utiliza agua o como mucho algunos de los que se
venden en paquetes de cartón. También es cierto que en la mayoría de hogares el
caldo se genera al mismo tiempo que el sofrito y el arroz. Mojar un guiso con
un caldo en lugar de agua corriente mejora sobremanera la calidad de nuestras
comidas, si además es un caldo hecho con esa finalidad en concreto, la
diferencia entonces resulta abismal.
En un arroz seco pareciera que al grano le acompañe una fina capa
gelatinosa de un jugo más bien oscuro. Es un caldo que se ha ido concentrando
alrededor del grano durante la cocción. Si ese caldo en origen ya es
sustancioso me pregunto cuánto menos no lo será al final de la cocción, tras
haber hecho amistad con el sofrito y jugueteado con los tropezones.
Hacer caldos o fondos de cocción, que es como le llamamos los cocineros, es
algo tan personal como hacer un arroz, un sofrito, un potaje o un guisote. Cada
familia tiene su sopa, su arroz o su receta personal que hace que sea diferente
al de los demás. Pues bien, al hacer un fondo, o muchos fondos diferentes si
fuese necesario, rubricamos de manera personal
e intransferible todo aquello que se cocina en nuestros fogones. Ahí
está la importancia esencial de la elaboración de los fondos, nuestro propio
estilo. En adelante hablaremos de caldo oscuro de carne (COC) dando por hecho
que cada bestia tiene su propio fondo y que para un fricandó le iría de perlas
un fondo moreno de ternera.
Los ingredientes tampoco son dogma ni nada parecido. Cada quién y cada cual
usará los que más a mano tenga, los que precise o los que la inspiración les
sugiera. La elaboración de un COC se puede ir complicando exponencialmente en
función de la virtud del cociner@.
A los fogones: en una cacerola con materia grasa se ponen a rustir unos cuantos
huesos, de los sabrosos, de esos que tienen
restos de carne adherida, los otros no valen. Los huesos repelados tienen menos
sustancia que un yogurt de agua, se lo digo yo, no valen pa ná. Al punto que
agarran color los huesos y se van tostando le añadimos unos dientes de ajo. ¡Ay
que ver cómo desarrollan olor enseguida los condenados! Seguimos meneando con
cebolla y zanahoria y dando vueltas de tanto en tanto. Todo frito, todo dorado
y lo bautizamos con buen vino, se va, se evapora en un instante y le añadimos
unos tomates cuarteados. Los hacemos salsa, se deshacen, se funden. Agua a cubrir,
todo tapado y a calentar. Entretanto lo perfumamos de hierbas de gusto. Con unos
apios, puerros, chirivías, perejiles, coles, pimientos, tomillo, laurel,
pimienta… Hervir, retirar esa espuma que se forma al hervir. Paciencia, cocer
hasta que a esos huesos y verduras no les quede nada. Retirar del calor y dejar
descansar una siesta. Colar, enfriar y desengrasar. Me lo cuenta, oiga
Muy interesante
ResponderEliminar¿La salsa americana sería un fondo oscuro de marisco?
Gracias
No exactamente aunque sí popularmente. Popularmente puede ser un fondo oscuro ligado de marisco reducido. Pero... en realidad se habla de preparaciones (a base de crustaceos) a la americana, donde el bogavante es el protagonista sápido
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