Querido amigo y camarada carnívoro:
Saben a ciencia cierta usted
y el mismísimo diablo que uno no ha sido nunca devorador de carnes frutícolas.
Si acaso un mero aficionado a alguna de ellas, más por obligación coronaria que
por placer onanista.
Pero, como decía Joanne Harris en aquellos chocolateados
libro y película, "para engañar al demonio hay que poner el reloj a deshora". Y a
un servidor, por culpa del cambio de horario de la Ciudad Condal a "La Nevera" y
algunos aspectos más relacionados con el inexorable avanzar de las manecillas, la
fruta le ha pillado de este lado del charco a calzón quitado.
Confiésole a usted que cada mañana tengo servido un platico
de fruta para el desayuno. Milagro por obra, gracia y reverencial
agradecimiento a mi querida suegra. Claro que si además le digo que este primer
conducho lo disfruto a eso de las siete de la mañana, me va a tocar autenticarle
estas líneas ante notario cual declaración jurada y palma sobre las Sagradas
Escrituras de elBulliFoundation.
Me crea don Xesco o no, he sido seducido por la lujuriosa
provocación de varias decenas de frutas. Todas ellas ajenas a mi paladar que no
a las páginas de mi biblioteca. Así que, presentado en su día el zapote, hoy
tengo el dulce placer de abrirle el corazón de la feijoa.
En este caso la perversa culpabilidad no fue de mi generosa
suegra, ni de un servidor pecando por el mercado. Ha sido de doña Luisa Pizano,
entrañable e intelectual dama bogotana, la que nos regaló tan voluptuosa cesta
de feijoas como postre a un pantagruélico almuerzo dominical acontecido en lo
alto de una colina de Ráquira. Recogidas con cariñosa mano directamente de los
arbustos de su finca cercana a la laguna de Fúquene. De la rama a la boca.
Lujazo sin intermediarios frigoríficos ni comerciales.
Así que, después de tamaño placer de pulpa tropical, toca
volver a la fría capital bogotana y trepar por las estanterías de la gastrobiblioteca
hasta dar con el ejemplar de Liliana Villegas, “Deliciosas frutas tropicales”,
editado en 2001 como tercera edición (la primera data de 1990) por Villegas
Editores. Este magnífico ejemplar será una de mis recurrentes fuentes para ir
presentándole a usted, admirado amigo bibliófilo, más curiosidades frutales en
un futuro que espero longevo y fructífero, así lo quiera mi bendito colesterol.
Colombia, por su localización en el neotrópico americano,
con costas sobre dos océanos, altas montañas, llanuras y selvas, tiene todas
las variedades de frutas o está en capacidad de producirlas (cáspita, parezco
un cascarrabias agrónomo gallego cualquiera).
La feijoa, de origen suramericano, tiene nombre y apellido
científico y burgués. Acca sellowiana. Debe su nombre a don José de Silva Feijo, botánico y director
del Museo de Historia Natural de Madrid en la época colonial, y el epíteto
apellido de sellowiana proviene de Friedrich Sellow, botánico alemán que
exploró Brasil en el siglo XIX.
Aunque se produce entre los 2.000 y los 2.700 metros de
altura, y cuando el arbusto ha superado los cinco años tiene una producción
casi permanente, la feijoa estuvo relegada por muchos años y sus árboles se
desarrollaban solamente como ornamentales, especialmente en climas fríos. Como
curiosidad le señalo que el principal país exportador es Nueva Zelanda.
Cuando no está madura es de sabor ácido, pero madura tal como
la comimos nosotros es golosamente dulce y embriagadoramente aromática. Si por
mi poco tino y falta de experiencia sufro la desgracia de comprarlas verdes,
vale el viejo truco, por usted seguro conocido, de envolverlas en papel de
periódico y así acelerar su maduración. Eso sí, le sugiero a usted usar las
páginas deportivas para tal efecto y quedarse para su lectura las páginas
culturales. En cualquier caso ni se le ocurra usar para la feijoa ni para sus
neuronas las páginas de política, esas se las pone usted al perro para que miccione
a conciencia.
Un goloso servidor dio buena cuenta de su pulpa a golpe de
cuchara, vaciándole el alma al fruto y relamiéndome en cada embiste. Unos días después
también pude gozar de su jugo mezclado con agua, hielo picado y bebido a tragos
largos en vaso de medio litro. Ya sea cruda o cocinada conserva todo su aroma,
pero debe uno ser cauto en las cantidades ya que su sabor es muy intenso. Le
añadiré a usted, concienzudo y curioso cocinero, que combina muy bien con
papaya, banano, naranja o fresa. Y aunque un servidor huya de las pieles por
evitar incómodas reacciones alérgicas, me dicen que la cáscara es deliciosa.
Y ya para finalizar permítame, paciente amigo, que le vacile
a usted nutricionalmente hablando, que le transcriba una pecaminosa receta que
dedico a doña Luisa Pizano, y que le rubrique mi absoluta sumisión frugívora.
Cien gramos
de parte comestible contienen:
Agua 82,6
gr
Proteínas 0,9
gr
Grasa 0,0
gr
Carbohidratos 11,9
gr
Fibra 1,0
gr
Cenizas 3,6
gr
Calcio 36
mg
Fósforo 16
mg
Hierro 0,7
mg
Vitamina A 0
U.I.
Tiamina 0,04
mg
Riboflavina 0,04
mg
Niacina 1,0
mg
Acido
ascórbico 4
mg
Calorías 46
cal
Receta de
esponjado de feijoa:
Ingredientes
para 6 personas: 1 libra de feijoas, 3 c.s. de jugo de limón (para ustedes lima
verde), ½ taza de azúcar, 3 sobres de gelatina sin sabor, 4 huevos y aceite de
almendras.
Procedimiento:
se remoja la gelatina en ½ pocillo de agua fría y luego se disuelve en ½
pocillo de agua caliente. Se licuan las feijoas a medio pelar con el mínimo de
agua necesario y el jugo de limón. Se ciernen bien, se mezclan con la gelatina
y se refrigeran por 10 minutos. Se sacan y se vuelven a batir. Aparte se baten
las claras a punto de nieve y se les agrega el azúcar y las yemas. Esto se le
añade a la mezcla de feijoas en forma envolvente y se vierte en un molde
engrasado de aceite de almendras. Se lleva a la nevera hasta que cuaje. Se
decora con flores de feijoa y se acompaña con
la siguiente salsa: 6 feijoas
peladas, 2 tazas de agua, 1 taza de azúcar y el jugo de ½ limón. Se licuan las
feijoas con el agua y se cuelan. Se ponen a conservar con el azúcar hasta que
den punto de hilo y se les agrega el limón.
Se despide
de usted, pocillo en mano, su saludable amigo Pantxeta.
Me ha encantado lo del neotrópico, aunque ahora me quedo con las ganas de saver donde está el viejotrópico. Pero lo de las páginas de política póngaselas al perro para miccionar...JUAAAASSSSSSS!
ResponderEliminarOiga, en Galicia también existen!
ResponderEliminarhttp://instagram.com/p/TAx8SSj-Ic/
A ver si el que tu sabes se moja...
EliminarSi que exsten sobre todo en las Rias Bajas en la zona del Rosal
EliminarMe ha gustado mucho este articulo, en especial poruqe soy colombiano y la reseña es de por si positiva y amable, gracias¡¡ y aunque no lo creas, aqui conocemos la feijoa que algunos han derivado a "freijoa", pero no teniamos conocimiento del origen de su nombre y su procedencia.
ResponderEliminarsaludos¡¡¡
Gracias Fredy!
EliminarComo puedes leer en los artículos anteriores, la mitad de Gastromimix está en Barcelona, y la otra mitad, que es un servidor, me encuentro en Colombia y espero que por largo tiempo. Así que desde este lado iremos gastroilustrando y gastroinformando de esta maravilla de país.
Un saludo!
Haylas, haylas. En el sur, igual que chirimoyas y -algunos- aguacates. Y parchitas (aunque estas salen horribles). Ventajas de vivir en el trópico.
ResponderEliminarDe todos modos no creo que se puedan ni comparar.
PS. En el enlace que nos brinda nuestra E.M.E. alguien dice que de la feijoa lo único que conocía era la feijoada brasileira :-)
Lo del comentario de la feijoada es perder el norte, la brújula y los libros. O todo a la vez ;-)
EliminarPues pruebe usted hacer un juguito de feijoa, rebajada con agua azucarada al gusto y hielo pilé. Hasta supera a aquel frenadol ibicenco que usted sabe y apto para abstemios que usted conoce.
Aperta fuerte.
Gracias Pantxeta por ilustrarnos ludicamente sobre esa feijoa que habría mirado de reojo y pasado de largo.
ResponderEliminary no se vayan todavía, que aún hay más....
EliminarUn saludo!
Muy interesante el Blog, lo encontré por casualidad y voy a echarle un ojo de vez en cuando. Sigue así
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