Hace ya unas décadas que los restoranes de comida italiana
dejaron de emocionar a un servidor. Más bien ellos mismos fueron a peores.
Convirtiéronse en reducto de jovenzuelos en busca de almuerzos o cenas baratas
donde lo importante no estaba en el plato sino en los pésimos Lambruscos a
precios de ganga. Franquicias de comida rápida y servicio de rancho. Masas de
pizza mediocres con ingredientes más anodinos y parcos todavía. Pastas
pastosas, rellenos industriales, salsas de bote, quesos de goma. El ridículo purgatorio
de un Dante esperpéntico.
Por suerte, para pecadores impenitentes como el hacedor de estas líneas, en cada infierno hay un tal Louis Cypher que
alimenta las bocas más transgresoras y que a golpe de caldero uno nunca echa de menos
a los castos, mediocres y puros vecinos de arriba, el supuesto paraíso de las masas borreguiles. Quiero zampar comida italiana con autenticidad, carácter y glotonería
máxima como por ejemplo la de Andrea Tumbarello en su Don Giovanni de Madrid y Málaga, o los
gemelos Cipriani en su Xemei de Barcelona.
Me consta, sin haberme sentado todavía en sus mesas, que en
Bogotá no podemos quejarnos mucho (algo sí) en cuanto a culinaria italiana se refiere. Me cuentan
paladares disfrutones que no debo perderme la Divina Comedia, Café Amarti o Emilia
Romagna. Sí que he tenido la fortuna de probar y reincidir en los antipasti y las pizzas de
Julia, en su local de la 5ª con 69A. Simplemente deliciosas y con renovados
ingredientes. Imperdible y obligada visita para deleite del paladar.
Producto, producto y producto. Así de simple.
Producto, producto y producto. Así de simple.
Fotografías: Sebastián Jaramillo / Cortesía: Cacio e Pepe |
Y digo hasta la semana pasada porque, por fin, tuve la
fortuna de conocer y paladear el proyecto culinario de Cacio e Pepe Taverna Italiana. Muchos
meses y muchas pruebas. Mucha capacitación del personal. Mucha valentía al
momento de presentar y defender una novedosa culinaria italiana en Bogotá. ¿Que
habrá cambios y ajustes? Me consta. Pero el concepto, la inversión y la
calidad quedan claramente retratadas en cada plato.
Hasta aquí un bravo, bravísimo para estos jóvenes
empresarios que son el Grupo Takami. No es gratuito, ni fruto de la buena
fortuna, el que cada puerta culinaria que abren se convierta en un referente en la
ciudad. Trabajo, trabajo y trabajo.
Fotografías: Sebastián Jaramillo / Cortesía: Cacio e Pepe |
¿Qué tiene este restorán italiano para marcar la gran
diferencia? Cocina, cocina y cocina. Producto, sabores, innovación, técnica y sorpresa. Me tranquiliza encontrar en una carta de cocina italiana: crostini, n’duja calabresa,
lemonatta, arancini, parmigiana, pesto, salsa fonduta, polenta, pecorino,
gnocchi, linguini nero, ricotta, hongos, milanesa, burro, cordero o porcetta.
Fotografías: Sebastián Jaramillo / Cortesía: Cacio e Pepe |
Postres que mezclan lo clásico con el atrevimiento. Ricos
muy ricos. Pero si algo es más italiano que Sofía Loren y más provocativo que
Mónica Bellucci, es el limoncello. Y en
Cacio e Pepe lo hacen artesanalmente, cítrico y potente. Tan tremendamente
bueno y auténtico que me trasladó directamente al siglo pasado, donde la costa
amalfitana hizo memorable aquel verano del 97. Desde Sorrento hasta Amalfi nos echamos al coleto varios litros de limoncello, el de verdad.
Ahora tengo mi limoncello favorito en Bogotá.
Ahora tengo mi limoncello favorito en Bogotá.
"Libre de todo pecado, Dante puede ascender al Paraíso". Un servidor seguirá pecando en Cacio e Pepe y huyendo de supuestos paraísos italianos.
¡Bravo! ¡Brava! ¡Bravi!
* El ágape de un servidor fue en horario nocturno. Son de agradecer las luces bajas y las pocas posibilidades de tomar fotos. Perfecto para compartir intimidad de pareja y recrearse con los cinco sentidos en cada plato.
¡Bravo! ¡Brava! ¡Bravi!
* El ágape de un servidor fue en horario nocturno. Son de agradecer las luces bajas y las pocas posibilidades de tomar fotos. Perfecto para compartir intimidad de pareja y recrearse con los cinco sentidos en cada plato.
¡Qué bien en Bogotá! Qué apetecible.
ResponderEliminarQue buen restaurante... Las albondigas son una delicia.
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