miércoles, enero 4

El bar de los valientes

Sí. Lo conseguí.

Ex carrillera, patatillas y albóndigas
En mi empeño por encontrar un rincón agradable y de buen condumio cerca del trabajo, por fin puedo afirmar que lo conseguí. He sido cauto y no he querido lanzar las campanas al vuelo hasta haberme sentado cuatro veces en su minúsculo comedor de 4 mesas y 16 sillas. Ecléctico comedor donde uno no debe juzgar la decoración ni el volumen y canal de su tele de plasma, y debe concentrarse armado de tenedor, cuchara, cuchillo y rebanadas de pan para arremeter contra un plato rebosante y generoso.

Gastromimix empezó el dos mil once con un par de entradas (aquí y aquí) de lugares insignes con chefs que seguro aparecen en La cocina de los valientes de Pau Arenós; otro título por cierto, indiscutible para la carta de los reyes MaJos. También hablamos de un valiente de trinchera, Mad.

Así pues, empecemos este dos mil doce hablando de valientes, de trincheras, de sabor contudente en un plato de menú, de buena cerveza porque, citando al gallego que vuelve por Navidad como aquellos turrones, lo de Estrella Galicia "es de buen gusto y lo demás gilipolleces", ya que en este rincón llamado O'que faltaba, no podía ser otro tirador que ése.

Bailén, 14. Barcelona.
Valiente es entrar en bares, aquí específicamente Frankfurt, con entradas de este tamaño y de esta guisa. Que no me meto yo con el diseño ni con el presupuesto en decoración del negocio de nadie, pero a la vista está que es de valientes, ¿no?

Valiente es cocinar solo un par de propuestas de aquellas de dejar el cuerpo temblando y lucir el trabajo de fogones matutinos en un par de bandejas al final de la barra. Según el día: codillos, cabezas de cabrito, albóndigas, carrilleras, habas guisadas, callos... y que además Montse te sugiera "¿unas patatillas para acompañar?" y aparezca en el plato una generosa ración de buenas patatas cortadas a mano y fritas, de esas que ya empiezan a ser una especie en extinción en la oferta gastronómica de la Ciudad Condal.

Si uno no es tan valiente como para arremeter con estos platos de pura gastronomía desnuda de artificios, tiene la opción de pedir bocadillos fríos y calientes, sandwiches especiales, ensaladillas, tapas frías y calientes y, como no, platos combinados. Yo lo haré el día que quiera comer algo light.

Ande yo caliente...
Valiente es Antonio, que sirve las mesas y atiende a una más que peculiar clientela de variado pelaje. De los que juegan a la tragaperras y apuran un caliqueño a la entrada, de los que gritan desde la entrada su café o su cubata vespertino, de los que aparcan su taxi en el chaflán para un merecido receso laboral, de los que saben más de fútbol que Butanito.

Hoy me habían "pispao" La Vanguardia en la mesa de al lado, así que he tenido que simular interés leyendo el Marca, ¿o era el As? Lo que un analfabeto del fútbol como yo solo puede afirmar es que no era ni el Sport ni El Mundo Deportivo.

Cualquiera de ellos, Montse o Antonio, me traen mi carajillo de Beilis, porque allí los postres son fruta, yogur natural o flan, y claro, con el fresquillo que corre por la calle Bailén, mejor meterse al coleto algo calentito y "p'a bajar".


Bacalao, ajo, aceite y pimentón. PUNTO.
Así pues, entre la salvaje proliferación de bares de barrio regentados por chinos y restaurantes chinos para chinos, aguanta en su trinchera O'que faltaba. Como aquel pueblo de galos rodeados de romanos, donde cada historia acaba con un opíparo banquete de jabalíes asados y corre el vino en cuernos y vasijas. ¡Qué valientes!