miércoles, noviembre 27

Bodega La Fama Barbecue o la excelencia del ahumado

Para los que me conocen, mi amor por el marrano y por las carnes rojas no tiene secretos. Amor incondicional condicionado por traicioneros triglicéridos. Este mes de noviembre ha sido una verdadera bacanal del condumio con la buenérrima excusa de la visita de unos amigos de Donosti.

El último local donde brindamos en feliz despedida fue en la Bodega La Fama Barbecue. Hacía meses que este local estaba en mi punto de mira. No solo por su oferta de carnes ahumadas, sino porque me parece de máxima honestidad y transparencia mostrar lo que muestran en los vídeos de su web. Genuinos profesionales del despiece, despieces sorprendentes, sorprendentes cortes de carne ahumada, ahumados auténticos y auténtica gozada para el paladar.

Disfruto como un gorrino de los locales que se alejan de las zonas típicas y concurridas. Adoro los locales con ese punto entre decadente e industrial, donde cada detalle parece sacado de un derribo, pero que esta ahí por un motivo, colocado con un gusto estético fuera de lo común. Aprecio cuando me atienden, cercana pero profesionalmente. Prefiero las cartas cortas, directas a la mandíbula y que me pongan contra las cuerdas en el primer asalto a la hora de elegir, debatiéndome encarnizadamente entre un cuadrilátero de propuestas, no más.

De entradas, unos anillos de cebolla y unas alitas de pollo ahumadas. Me salvó la campana del gin-tonic de caer por K.O. en el primer asalto. Un servidor no pudo más que defenderse a izquierda y derecha, embaulando ora un anillo, ora una alita.


De nada sirvieron mis jabs, para mantener la distancia con las salsas. Memorable la picante casera en un tetero para utilizar a discreción. Ainhoa todavía se relame y la redisfruta en Donosti (gracias Nicolás). A mi me envió a la esquina a refrescarme la salsa Crystal. Picante mas no devastadora, avinagrada mas no hostigante, adictiva y complementaria al excelso ahumado de las alitas.

Al segundo asalto se debía sobrevivir como fuera. Morrillo, pecho, costillitas, cerdo desmechado, chorizos de la casa y cole slaw. Combinación que exige ser un buen fajador, de ávida mandíbula y anchas tragaderas. Todos los golpes de crochet, hook y swing fueron de nivel. Pero el que me llevó a la lona fue sin duda el implacable uppercut del morrillo. Pura melosidad que se funde en la boca. Sabor intenso, suave, complejo. Una gozada que recomiendo comer en primer lugar y bien caliente. A medida que se enfría, esa maravillosa mezcla de grasa infiltrada y colágenos ya no es la misma; riquísima igual, pero no con la misma capacidad fundente. Cervezas y gin-tonic nos vuelven a salvar de un nocaut técnico.

El tercer asalto duró un minuto. Smore con ganache de chocolate y helado. Tiré la toalla. No hay gargantúa ni pantagruel que pueda ganar un combate a los ahumados de La Fama Barbecue. Un servidor seguirá entrenando y subirá de nuevo a este soberbio cuadrilátero, porque ya que la parca no perdona, al menos que me pille peleando, bien comido y me lleve al infierno donde hay buen fuego para sublimes ahumados y noble compañía de afilado colmillo. 

viernes, noviembre 22

Comunicado Gastromimix

Hola a todos nuestros lectores de España, a los nuevos lectores de Gastromimix en Colombia y a todos los medios de comunicación colombianos que se han puesto en contacto privado con nosotros.

La verdad que han sido tres días de pura sorpresa por el efecto viral del último artículo referente al local Mirador La Paloma. Permitirnos realizar una serie de puntualizaciones y dar por zanjado,  al menos por nuestra parte, todo el revuelo provocado.

Gastromimix es un blog personal que se inició hace 7 años en Barcelona. Creado por Xesco Bueno y escrito a cuatro manos desde hace 5 años junto a Dani Guerrero “Pantxeta”.

El objetivo siempre ha sido divulgar y compartir la cultura gastronómica escrita, ya sean libros de siglos pasados, revistas o libros de cocina de vanguardia; opinar sobre temas diversos del condumio; rescatar anécdotas e historias de la gastronomía; ser testigos de eventos y ferias gastronómicas; relatar nuestras aventuras en manteles humildes o en mesas con estrellas michelín. En definitiva, hablar de lo que nos apeteciera y de lo que nos diera la gana. Sin cortapisas, sin censuras. Y que nuestros amigos y lectores aportaran, compartieran, opinaran o debatieran. Todo el mundo ha sido siempre bienvenido a este puchero bautizado Gastromimix.

Así ha sido durante todo este tiempo. Somos un blog del montón. Con unas míseras 8.000 visitas mensuales de media. Con un ambientillo y un estilo un tanto canalla, que gustará más o menos, aunque no es que nos importe mucho, porque nosotros vamos a lo nuestro. Y lo nuestro siempre ha sido robarle tiempo al trabajo y a nuestras familias para ponernos a teclear como locos, siempre con cariño, respaldados por nuestra experiencia y documentados por nuestra biblioteca gastronómica que, conjuntamente, reúne más de 3.000 ejemplares dedicados a la gastronomía en su más amplio significado.

Desde hace más de un año y medio, Gastromimix se ha dividido en dos frentes. Xesco sigue relatando desde España y Dani “Pantxeta” escribe desde Colombia. Por mi parte colombiana, han sido artículos epistolares de alimentos, libros, lugares y restaurantes colombianos escritos desde el esfuerzo que requiere adaptarse y conocer infinidad de nuevos productos y sabores, pero relatados con la facilidad de haber tratado con gentes y pueblos que me han acogido con un cariño extremo, sin tener en cuenta mi origen español y tratándome como un bogotano o un colombiano más.

Esta Bogotá y esta Colombia solo me ha dado alegrías y gratas sorpresas. Así lo he expresado en cada uno de los 38 artículos escritos en estos últimos 18 meses desde Colombia. Ha resultado el artículo número 39 una bomba viral que se ha extendido a través de las diferentes redes sociales y que en 48 horas ha colapsado Gastromimix con más de 260.000 visitas!!!

Ojalá esas visitas las hubiéramos conseguido con alguno de los otros 249 artículos restantes dedicados al ocio y a la cultura gastronómica y que hemos publicado durante 7 años. Tristemente para estos tiempos que corren, la polémica vende más que la cultura.

El artículo convertido en viral ha sido una más de las poquísimas quejas que hemos expresado en el blog Gastromimix. ¿Ha sido una denuncia? Sí en toda regla. Y reitero personalmente como “Pantxeta” cada una de las palabras escritas en dicho artículo.

Pido personalmente disculpas a toda la gente de La Calera por la confusión o inconvenientes que haya podido causar mi mala ubicación geográfica del local en cuestión. Aclarado ha quedado ya el asunto con los comentarios de los lectores en Gastromimix. Quiero recordar el comentario de diferentes lectores al afirmar que lo importante no es si esta en La Calera, en Bogotá o en el planeta Marte, la cuestión es el reiterado abuso al que los clientes de dicho local son sometidos con esas malas prácticas de la restauración. Clientes de los que tampoco importa si son extranjeros,  colombianos o “alienígenas ancestrales”, el fraude es el mismo.

Agradecemos todas las muestras de apoyo recibidas y la solidaridad expresada por más de seiscientas personas que han sufrido el mismo abuso en dicho local.

No compartimos las opiniones expresadas con insultos y groserías. Tampoco hemos eliminado dichos comentarios para que cada cual saque sus propias conclusiones y reflexiones.

Apoyamos y agradecemos cualquier difusión que se haga desde medios digitales, escritos o radiofónicos, como las que ya han realizado kienyke, El Espectador, La Luciérnaga o el programa Hoy por Hoy de Radio Caracol.

Nos sorprende que sea ahora y con nuestro artículo que este asunto tenga la gran repercusión que está teniendo, sobre todo si rastreamos otras redes y herramientas sociales que demuestran que las reiteradas quejas vienen existiendo desde hace muchos años atrás. No creemos, o al menos no queremos pensar así, que la difusión haya sido porque un servidor sea español. Sería un poco triste.

Queremos agradecer a todos los medios de comunicación su interés en el tema e informar a estos mismos medios de comunicación que se han puesto en contacto con nosotros que:

Gastromimix no va a conceder ninguna entrevista ni declaración de ningún tipo.

El artículo está escrito el 19 de noviembre de 2013 y no se ha modificado ni una sola coma. El relato completo de esta desafortunada experiencia está en el blog y no hay que añadir ni un detalle más. Adjuntamos únicamente la factura completa para que la analice quien corresponda. El artículo viral está a disposición de quien lo quiera utilizar y divulgar. De la misma manera que el resto de artículos de cultura gastronómica.





Siendo fieles a la filosofía del blog que nos ha acompañado durante todos estos años, seguiremos publicando lo que creamos oportuno, cultural , anecdótico, histórico, ocioso, interesante; evidentemente bajo nuestro punto de vista, nuestra subjetividad, nuestros gustos personales y la documentación que nos aporta nuestra biblioteca gastronómica personal.  Seguiremos escribiendo sin censura y aportando nuestro granito de arena a la divulgación de la cultura gastronómica de España y de Colombia.

Gracias a todos. Gastromimix.

martes, noviembre 19

Mirador La Paloma, asalto sin mano armada en Bogotá

Pues si, a estos cacos solo les falta sacar una navaja, cruceta o recortada al momento de pasar la cuenta.

En cualquier parte del mundo, los turistas siempre pagan de más (o de mucho más) por alguna tomadura de pelo en lugares con falta de honradez. Un servidor lo sabe y lo asume. La diferencia de ayer noche fue que, después de más de un año de vivir y pagar mis impuestos bogotanos, ya no me considero un turista. Soy y me siento un ciudadano de Bogotá, un sudacatalán para los amigos.

Eso sí, nuestra visita vespertina a La Calera fue puro turisteo, al fin y al cabo estamos de cicerone con unos amigos de Donosti. Después de un intensísimo y pantagruélico periplo de dos semanas por locales, chuzos, restoranes, carritos callejeros, parrillas populares y copas nocturnas de postín, a un servidor y acompañantes se nos quedó la más absoluta cara de imbéciles al pagar la cuenta de esta cueva de ladrones que le robarían los calzones al mismísimo Alí Babá. Permitirme relatar el asalto del que fuimos víctimas en el Mirador La Paloma, en la Calera.


Lunes, 19:00 y terrible trancón en la 7ª. Desahogo al subir hacia una Calera sin tráfico. Paz al estacionar en un parqueadero desierto. Especulaciones de felicidad al entrar en un local vacío con la posibilidad de agradable conversación y magnífica vista a un trozo de la capital.

Diez minutos tarda el mesero en atendernos, en atender la segunda mesa del local a esas ya oscuras horas. No hay carta ni de tragos ni de comida. Al menos no se nos presenta la susodicha y la oferta del mesero es “cantada”. Por supuesto, sin alusión a los precios. Dos cervezas alemanas, una típica copa de vino caliente, unos champiñones al ajillo y una nada perspicaz pregunta ¿de dónde sois?.

Las cervezas y el popular vino pasables. Los champiñones, una docena, ciertamente muy ricos. El mesero nos ofrece una ronda de vino caliente a cuenta de la casa. No, gracias. Si hubiera querido vino caliente lo hubiera pedido desde el principio, a una cierta edad el hígado le aconseja a un servidor no mezclar alcoholes en la medida de lo posible. Además, hay que manejar Calera abajo. ¡Pero gracias de todas maneras! La intención es lo que cuenta, y la intención de robar más...

La cosa se pone muy extraña cuando nos acercamos a la caja para pagar. Nos sugieren si queremos probar el ¿wok? de la casa, que es una cortesía, que nos invitan, que es gratis. Declinamos y agradecemos la invitación. Digo yo que, si acaso, la invitación debería haber llegado cuando estábamos sentados a la mesa, cerveza en mano, incluso con la intención de provocar una segunda consumición de bebida, lo acepto. Pero lo que no admito es lo que vino después: la cuenta.

225.550 $ por dos cervezas alemanas, una típica copa de vino caliente y una docena de champiñones al ajillo. Sí, lo repito para que quede claro. 75.183,33 $ por cabeza. ¿Dónde está el misterio matemático?

Primero en cobrar un cover  de 30.000 $ a cada persona. Perdónenme ustedes, señores bandidos de La Paloma. No han sido pocas las discotecas, bares de copas y antros nocturnos que un servidor ha frecuentado por medio mundo. En ninguno, repito, NINGUNO, me han cobrado un cover a la salida. Y menos después de consumir. Y mucho menos sin haberme informado de ello a la entrada. ¡Ah! Que hay un cartelito a la izquierda de la entrada que lo informa… ¡Ah! Ustedes disculpen. Pero creo que las buenas y honestas prácticas de la restauración, que no aparecen en ningún manual ni están reguladas por ninguna ley, hubieran sido las de informarnos de dicho pago, al igual que se nos cantó la oferta de comercio y de bebercio (sin precios, recuerden).

Señores mangantes de La Paloma, tampoco quiero entrar en debate de si es muy lícito el cobrar cover un lunes en la tarde o cualquier otro día de tan bajísima ocupación. De hecho, al irnos solo ocupaban mesa seis personas más. Pobrecitos. Tampoco creo que sea muy honesto el cobro del susodicho cover justificando aquello de “música en vivo”. Porque no la hubo, ni a la entrada, ni a la salida, ni creo que nadie le arrancara una sola nota a los instrumentos allí expuestos en la noche de ayer.

Ingenuo un servidor que no pide la carta por escrito. ¿Acaso existe, señores saqueadores de La Paloma? Copa de vino caliente a 26.000 $ y copa de cerveza alemana a 24.000 $. Una vergüenza que no se atreven a cobrar ni los mejores clubs nocturnos de mi ciudad natal, Barcelona. Si no tenemos en cuenta el cambio de moneda del euro y tenemos en cuenta el salario base colombiano, el coste extrapolado en euros sería de 26€ y 24€ respectivamente. Tampoco voy a entrar en escandallos y costes, al fin y al cabo cada empresario pone el precio que considera oportuno a su oferta y al cliente corresponde aceptarlo o irse a otro local. A nosotros no se nos dio esa oportunidad. Se ocultó deliberadamente el coste de las consumiciones. Lo dicho, un servidor es un pardillo de tres al cuarto.


Da la casualidad, señores maleantes de La Paloma, que nuestra invitada trabaja desde hace lustros en uno de los mejores restaurantes tres estrellas Michelín de España. Solo por ser mala persona y hacer odiosas comparaciones, les diré, astutos chorizos de La Paloma, que el pantagruélico menú degustación de tan ilustre restorán cuesta la nada desdeñable cantidad de 195 € por cabeza. Siguiendo con la revelación del misterio matemático de la cuenta de su carero local bogotano, resulta que ayer noche pagué más que si me hubiera dado un homenaje gastronómico de altísimo nivel.

De altísimo nivel resulta ser su caradura, señores carteristas de La Paloma, pero de muy baja estofa.


La única alegría de esta  tristérrima experiencia es comprobar esta mañana que las redes sociales hacen vasto eco de las malas artes de ustedes, cuatreros de La Calera, del Mirador La Paloma. Sea este testimonio uno más entre cientos. Ustedes no son dignos de pertenecer a este honorable y digno oficio de la restauración y de los fogones.