Ya dijo alguien que “la escasez agudiza el ingenio” y así es, sin duda alguna. Durante los difíciles años de la posguerra la imaginación se convierte en un ingrediente más a la hora de cocinar. Así surge una cocina pobre pero honrada, una cocina de recursos que no era la cocina de todos pero si la de muchos. Setenta años después del fin de la Guerra Civil española (1936–1939) muchas de esas creaciones con apenas nada pero llenas de fantasía, siguen de actualidad y otras simplemente permanecen en la memoria de nuestros mayores. Algunas recetas ya nadie las recuerda o no quiere hacerlo, esta amnesia en el cielo del paladar (Joaquín Sabina) es la que intentaré recomponer y es que ¡se comía tan mal y se pasó tanta hambre!.

En este país redescubrieron las hortalizas de pobre, las acederas silvestres, los cardos y cardillos, los boniatos, remolachas, borrajas o las algarrobas que se comían como lentejas y se chupaban como golosinas. El pan negro de cebada, de centeno o de maíz que era duro de comer, el trigo escaseaba, del pan no tirar ni una miga, de las migas y las gachas volvieron las almortas (también de cebada y algarrobas), con cebada o garbanzos tostados se preparaba un sucedáneo de café, no se desperdiciaba nada de nada, los cascos de naranja eran papas fritas, las hojas de la patata se fumaban como tabaco, ...

Las patatas salvaron muchos estómagos.....patatas con de todo o con casi nada, cualquier elemento que les daba color o sabor era y es verdaderamente bueno. Unas papas aliñás, ajilimojele que decía mi abuela, las patatas a la importancia, las patatas a lo pobre .... y así una lista interminable.
Una vez más reclamo vuestra participación. Enviad vuestras recetas de posguerra y serán publicadas, muchas gracias Emili Guasch por tan sugerente idea.
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