martes, julio 23

Huevos pericos

No amigo mío, no.

Para nada son huevos de mi querido RCD Espanyol. Es el desayuno por excelencia de estas tierras colombianas. Los mejores, para variar, los que prepara mi apañao suegro en las maravillosas mañanas de Ráquira desde donde le tecleo. 

Huevos revueltos, me espetará usted. No amigo mío, no. Aquí interpretan la receta de manera ortodoxa unos huevos frescos, unos tomates maduros sin piel ni pepitas y la omnipresente cebolla larga.

Calçots, exclamará usted. No amigo mío, no. La cocina colombiana empieza y termina con la cebolla larga o junca. Es un pelín picajosa sin llegar a cebolla, menos dulzona que nuestra I.G.P., más como estar entre puerro y ajos tiernos. Deliciosa y sutil.

Corte la cebolla a lo largo, desde donde la parte verde se va convirtiendo en blanca y hacia el culo donde residen sus raíces. Según el grueso, tres rajadas bastarán. Luego groseramente emincer. Paysanne, se ofenderá usted. Casi amigo mío, casi. Una académica pero bastarda paysanne.


Ponga la cebolla larga a casi no dorar en sartén con un chorrito de aceite. Aquí todo es casi, las medidas son a ojo, y sobre todo, debe cocinarse con una despreocupada atención. Así es como siempre cocinan las empleadas del hogar, que son capaces de realizar diferentes tareas domésticas simultánea y perfectamente bien ejecutadas. Hay que cocinar los huevos pericos sin prestarles mucha atención y ejecutarlos a la perfección.


Después del primer casi, incorpore el tomate. Lo dicho, sin piel ni semillas. T.P.M., aludirá usted. Casi amigo mío, casi. Aquel académico T.P.M. finaliza en una macedonia bien grosera, rozando la ofensa. Una pizca de sal será ideal. Siga usted cocinando despreocupadamente. No vale vigilar de reojo. ¡Invéntese algo que hacer!



En un cuenco bata unos huevos. La medida de 1,5-2 por persona es perfecta. Ni se le ocurra coger el batidor de varillas. Me los bate usted a la antigua usanza, con tenedor. Y ni mucho ni poco. Lo justo para no mezclar totalmente las yemas y las claras. Despreocupadamente batidos.


Incorpore los huevos a la cebolla y al tomate. Cuajar y acabar de sazonar al gusto. A mi me gustan poco hechos y ligeramente babosos. Un golpe de pimienta negra de molinillo también me parece del putas. Tradicionalmente se acompañan con arepas y chocolate (chocolate natural batido con leche caliente). Ya me conoce usted, yo le doy al vino tinto o al café largo, muy largo. Aquí si que estaríamos de acuerdo, querido amigo. ¿O no?


Le deseo felices amaneceres y felices desayunos con los suyos.
Sobre todo estos días.
Un abrazo de su más canalla desayunador. Pantxeta.

2 comentarios:

  1. Hola, Xesco,
    He vist una nota al teu fb.
    No sé que t'ha passat. No conec . En tot cas una abraçada d'ànim,
    un bon dia!

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