martes, septiembre 18

Manuel Martínez Llopis



Recogemos la propuesta lanzada por nuestro estimado Jose María Pisa y repasamos la biblioteca de Gastromimix en busca de ejemplares de Manuel Martínez Llopis con la intención de aportar nuestro granito de arena para su recuerdo, reconocimiento y admiración. No faltan un par de ediciones de “Historia de la gastronomía española”. Encontramos La cocina típica de Madrid” escrito junto a las recetas de Simone Ortega. También aparece su nombre en el prólogo del libro de “La cuina medieval catalana” de Josep Lladonosa i Giró, otro autor admirado por estos lares. No nos cabe la menor duda de que aparecerá el nombre de MMLL en algún ejemplar más, pero la tarea de catalogar los libros que componen la Biblioteca Gastromimix se acumula y todavía quedan más de 400 libros por repasar e introducir en el archivo informático.

Sí que tenemos sin archivar, pero memorizado y bien localizado, el curioso ejemplar “De cocina erótica –para una historia del erotismo en la cocina-”. Este libro pertenece a la “Colección Gastronomía Serie Literaria” dirigida por Rafael Ansón de la Academia Española de Gastronomía. Es primera edición de diciembre de 1983 y editado por Argos Vergara en Barcelona. La presentación del libro corre a cargo de José María Alfaro, en aquel entonces Presidente de la Academia Española de Gastronomía. El prólogo es del propio Rafael Ansón, entonces Secretario de la misma.

El rosado libro nos sirvió, a Xesco y a un servidor, para documentarnos hace unas cuantas semanas y poder charlar sobre cocina, erotismo y sexo en el programa de radio Art&Teca de Ràdio4, invitados por Andreu Viñas. Divertido fue. Y nos dejó, como el buen sexo y el buen condumio, con ganas de más.

MMLL no nos habla de su gata siamesa pero sí que dedica estas páginas a Otto “mi pequeño ‘teckel’, que no se ha separado de mi lado durante las largas horas que ha durado la preparación de este libro: ningún humano hubiera tenido tanta paciencia”.

Una verdadera fuente de inspiración y una enciclopédica recopilación de recetas, alimentos y saberes de diferentes culturas a lo largo de la historia. A saber: la culinaria erótica hindú, el erotismo en la cocina china y en la cocina griega de la antigüedad, la culinaria erótica romana, la cocina afrodisíaca del Islam, los nuevos afrodisíacos traídos del Nuevo Mundo, los platos afrodisíacos en la cocina italiana, la cocina erótica en Francia, la cocina afrodisíaca en Hungría y, como no, la de España.

Respecto a los alimentos afrodisíacos encontraremos manzana, ámbar gris, criadillas, trufas, ostras, moluscos, caviar, alcachofa, espárrago, perdiz, codorniz, becada, paloma, pulpo, crustáceos, alcohol, licores renacentistas, licores para damas, ratafías, rosolis, hidromiel, hipocrás. Todos ellos y muchas más sorpresas en una cantidad de recetas que superan en número a los días que tiene un año. Así que no hay excusa para quejas y dramatismos. Imaginación y cachondeo al poder todo el año, ya sea en compañía de número indeterminado, o bien degustando la deliciosa gollería titulada "Trufas a la Belle Ferronnière":

“Se eligen con gran cuidado una docena de trufas negras frescas, que se lavan y se enjugan procurando que no se deterioren. Una a una se envuelven en unas hojas de papel fuerte de tamaño adecuado, que antes de ser utilizadas se habrán humedecido en agua caliente. Así preparadas se ponen las trufas sobre las brasas, donde se mantienen el tiempo preciso para que se asen, sin dejar en ningún caso que lleguen a quemarse las envolturas. Cuando se hayan cocido, se desembarazan de los papeles y se disponen con mimo sobre una fuente. Este recipiente se coloca sobre una vasija que contenga agua en ebullición para que las trufas se mantengan a la temperatura conveniente y no se enfríen.”

Después de aviar las trufas, MMLL propone “preparase una bebida tonificante que actuará como remanso de paz y sosiego. Por ejemplo, puede poner en la coctelera una yema de huevo fresco, una copa de buen consomé frío y otra de un oloroso jerezano bien frío; agitará bien y verterá la mezcla en una copa de fino cristal que también estará refrigerada. Dejará la copa al alcance de la mano y de acuerdo con sus gustos personales seleccionará alguna literatura sedante, como pueden ser Virgilio, Gracián, Montaigne, Rabelais, Quevedo, Woodehouse, o si lo prefiere, excitante, como Aretino, Brantome, Casanova, Lawrence, etc. En el momento que lo juzgue oportuno, comerá morosamente las trufas, rociándolas con suficiente, pero sin excederse, champagne ‘brut’, cuyas milésimas correspondan a un año privilegiado y cuya temperatura se encuentre cercana a los cuatro grados centígrados. Realizado este sibarítico refrigerio en honor a Afrodita, leerá calmamente algunas páginas del autor elegido, las suficientes para alcanzar la paz interior. Entonces, como culminación de la experiencia, beberá la copa de la mixtura que serenará su espíritu, se arrebujará en la frazada y se dispondrá a soñar, solo, naturalmente.”


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