lunes, agosto 26

De sartenes del siglo pasado

Querido glotón y amigo,

¡Menuda pausa de letras este mes de agosto! Por fortuna la culpa es de la visita familiar que he recibido en estas fechas. Tiempo aprovechado también para descubrir nuevos rincones del yantar en Bogotá de los que le hablaré próximamente, y para fascinarme con nuevos ingredientes populares de los que todavía me quedan algunas pruebas y algunos libros por leer antes de presentárselos a usted y a los muy queridos seguidores de nuestras gastroandanzas.


Volví a las tierras de Sasaima y a la magnífica finca de Gai Repós. Lugar en el que las cosas del fogón se organizan por turnos o por parejas y a uno le toca manejar cazuelas para ejercer de cocinero un día, y el siguiente disfrutar como comensal de los condumios de otro. Le diré que el nivel de conocimientos en cuanto a manduca se refiere es notable y el disfrute máximo. Para más reto, la cocina luce unos antiquísimos fogones, de aquellos de hierro fundido alimentados por madera y carbón. Una verdadera gozada y un viaje real en el tiempo que nos traslada a guisos de otros siglos.


Pitanza sencilla y ganadora la que me propuse ejecutar con mi querida hermana Silvia. Tortilla de patata -perdón, papas- y cebolla. Huevos de gallinas ultrafelices, para qué omitirlo, de esas que pasean entre perros, gatos, vacas y niños, que comen lo que se les eche y de lo que encuentren escarbando en una tierra fértil como ninguna.

Muy sencilla faena me la creía yo hasta que Maria Isabel, gran anfitriona de la casa, me presentó la sartén hacedora de tortillas que ha pasado de generación en generación desde principios del siglo pasado. No tengo que darle a usted, querido compadre buscador de antiguallas cocineriles, detalles de mis múltiples cosquilleos en las más de cuatro decenas de esfínteres de mi cuerpo serrano.

Aquí le dejo constancia gráfica y emocionante coreografía.


A partir de esa mágica noche, un servidor se descojona seriamente de teflones, antiadherencias y, como hoy me han espetado en la Feria de Gastronomía, de la tecnología de la NASA, de la gastroNASA que diría uno que yo me sé.

Soy de usted afmo. s. s. q. e. s. m.
Pantxeta

4 comentarios:

  1. El flim está bien, pero molaría más con la banda sonora para oir como ruge esa cocina y ese cocinero!!!

    ¿Y cómo cura usted sus sartenes de acero? ¿Eins? :)

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  2. JAJA, ya sabe usted de buena tinta que en las salas de edición se pierden muchos archivos... o no...
    Y de sartenes... la sal lo cura casi todo. ;-)

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  3. Sasaima, Sasaima, paraíso en la mitad de la nada.
    Una experiencia? Métase de lleno en la mínima pero bullosa plaza de mercado y péguese una buena zampada de frutas locales: mandarina, naranja, mango y banano. Y ahí al ladito un localillo pequeño pero en donde venden una rellena (morcilla) de dioses. Aún hay panaderías en donde se consigue el de 200 (pesos). Vaya y busque pan a ese precio en la urbe capitalina y vera que se le ríen en la cara. Ahh, y como dejar a un lado la mantecada (lo único que vale la pena ya, lastima) del Arco Iris.
    Sasaima, Sasaima, cada vez que puedo, bajo a la finquita a comer hasta que se me sale el ombligo y a descansar bajo el amacador ruido del rio de al lado.

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    1. En la plaza de Mercado de Sasaima descubrí el increíble zapote. Y es parada obligatoria el Arco Iris, donde hace un par de fines de semana también me salió el ombligo a base de mantecada, almojábanas, avena y panelitas de leche. Paraíso, sin duda. Saludos, Pantxeta.

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