miércoles, mayo 14

El arte del gin&tonic. Miguel Ángel Almodóvar.

Mis gin tonics ya no volverán a ser los mismos. La culpa la tiene un sesudo sociólogo, investigador, periodista y divulgador: Miguel Ángel Almodóvar. A sus medallas profesionales y sin su consentimiento también añadiría otras más terrenales: gocetas y embaulador. Con L que no con C.

Un servidor descubrió la obra de este prolífico escritor durante un verano de velero por la pitiusa isla de Formentera. Era el todavía dichoso año de 2007. Durante las pocas horas que pasamos en tierra se me cruzó por el camino un ejemplar recién estrenado y de título sugerente mas nada veraniego y mucho menos marinero: La cocina del Cid, historia de los yantares y banquetes de los caballeros medievales -incluye las 73 recetas clave de la cocina medieval- (Ediciones Nowtilus de mayo del 2007). Ni que decir tiene que el resto de días cabalgué junto al Campeador por el Mediterráneo.


Ya no le perdí la pista al tal Almodóvar que, contrariamente a lo que algún indocumentado pudiera afirmar, no es familiar del cineasta Pedro. Ni por los clavos de la cruz -que diría Sabina-, ni por La Última Cena, documental paleo gastronómico que realizó para el canal Cocina y el canal Historia junto a los chefs Paco Roncero, Ramón Freixa y David Muñoz.

Pero a lo que iba. Gin tonics. El Arte del Gin&Tonic, de la editorial Anaya en primera edición de 2014. Con fotos de otro grande, Sacha Hormaechea. Cuarenta (40) páginas de enjundia e historia en torno a la ginebra, a la tónica y sus más relevantes protagonistas. Y unas ciento ochenta (180) páginas más con los secretos mejor guardados de 30 chefs y sus correspondientes gin tonics.

Si acaso, con cariño, premeditación y alevosía, como cocinero me atrevería a sugerir que dichos chefs también ofrezcan la receta de la tapita que tan juiciosamente recomiendan para acompañar sus enebrinos lingotazos.

Cipayo, Meerut, Hugh Rose, enebrina, Swarnrekha, Rani Lakshmibai Bai, Jhansi, Lee-Enfield 1853, junípero, Bahadur Shah Zafar, Sarangui, Paval, Badal, nebrina, Franciscus Sylvius, Franz De Le Boe, Ervin Lucas Bols, Gin Act, William Hogarth, Johannes de Kuyper, Alexander Gordon, Charles Tanqueray, doña Francisca Enríquez de Rivera, quinina, don Luis Jerónimo de Cabrera Bobadilla de la Cerda y Mendoza, Consuelito, quino, Jesuits Bark, Pierre Joseph Peleltier, Joseph Bienaimé Caventou, cinchona, Johann Jacob Schweppe, Joseph Priestley, vapor infusión, Antoine-Laurent de Lavoisier, Thomas Dalkin, Michel Pierre Roux, single fold, Isabel Bowes-Lyon, olds queens, sir Winston Leonard Spencer-Churchill, Peter O’Toole, Richard Burton, Gerald Ford, Francisco Grande Covián, London Gin, Alberto Pizarro, alambique, Plymouth, Peket, Ugni Blanc, Manuel Vázquez Montalbán, Tupac Kirby…

Si usted, querido lector de este canalla blog - blog ora quejumbroso y provocador ora cultureta y divulgador -; si usted es fiel bebedor de gin tonic y utiliza con ligereza los palabros Premium o botánicos y no conoce alguno de los anteriores vocablos o personajes, le animo encarecidamente a comprar el libro de Miguel Ángel Almodóvar, leer con fruición SIC (Sensible, Inteligente y Culta, Duque de Gastronia dixit) y practicar con tan gozosa mezcla de quinina, enebrina y hielo. Si por el contrario, usted se conforma con la paupérrima cultura rosa-amarillista y con cualquier gin tonic de garbanzos, le absuelvo de sus pecados por el poder que me confiere este blog y le animo a seguir practicando el botellón. “Porque este es un trago que, trascendiendo la moda, está preparado y listo para durar, durar y durar”.


Por 19,95€, realmente bien invertidos y asequibles comparados con otros precios de otros ejemplares de medio pelo, un servidor se ha empapado de historia y conocimientos con este librazo. Personalmente, me quedo con una charla gin toniquera con el catalán Jordi Estadella, con el colombiano Roberto Posada García-Peña “D’Artagnan” o con nuestro idolatrado Manuel Vázquez Montalbán, aunque este último finalmente se empeñara en brindar con unos orujos helados. ¡Condenado marxista-leninista de la facción gourmet!

Aquí en Colombia, y como ya señalé en su día en otro artículo de Gastromimix, el periodista colombiano Roberto Posada García-Peña escribió lo siguiente en una de sus sabrosas columnas de su recopilatorio libro El fogón de D’Artagnan: “los españoles se lo toman después de sus almuerzos suculentos. Los colombianos lo hacemos antes, con mucha ansiedad. Santa delicia, si es cosa de abrir el apetito. Incluso cuando ocurría en épocas económicamente menos turbulentas y había que acudir entonces a la ginebra Sanders, de la Industria Licorera de Santander, o una todavía peor llamada Butik, tan perfumada como el más insoportable pachulí...”

Así que, por estos andurriales, me he acostumbrado a beberlo cortito (1:4) y como aperitivo. O doble (2:3) y porque sí, sin ninguna otra razón mas que compartir una sustanciosa charla o disfrutar de rica lectura frente a mi chimenea bogotana. Actualmente y comparado con el boom del gin tonic en España, Colombia anda en pañales. Aún así, hay profesionales importando nuevas ginebras y tónicas, así como locales donde uno relamerse juníperamente en vaso sidrero o copa balón; eso sí, siempre de boca ancha.

A modo de cierre, brindis y despedida, me quedo con aquellos añorados gin tonics de velero pitiuso. Con gin Xoriguer, faltaría más. Al estilo del Bruma Marina de Damià Horrach o del Tramuntonic de María Solivellas. También con la ginebra mallorquina de Can Vidalet, al estilo del gran Koldo Royo y su perrito caliente Mediterráneo.

1 comentario:

  1. La hecatombe...

    http://www.elmundotoday.com/2014/05/cientificos-alertan-de-que-el-deshielo-de-un-gintonic-se-acerca-a-un-punto-de-no-retorno/

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