El discurso me molesta, la cocina pura también
El producto por el producto no me interesa
La cocina debe provocar una emoción, una sorpresa, un hechizo para los ojos y las pupilas, una atmósfera de bien estar.
El producto es la raíz afectiva, la base cultural, el soporte de la memoria, nos corresponde a nosotros el convertirlo en una emoción,un hechizo, un descubrimiento casi cultural.
Las ideas llegan por contacto, por conexión, a la fuerza, incluso por choque, a veces se deben a lagunas técnicas o culturales.
Lo más difícil es encontrar el punto justo, no hacer demasiado,para que así el trabajo creativo se efectúe sin contratiempos, para no transformar el plato en un galimiatías; cada maridaje debe tener una razón sincera de existir.
Más allá de las propias capacidades, cada uno imprime su propio estilo.
La cocina forma parte de la verdad, de la simplicidad refinada, del placer.
Aunque sea complicada, técnica, debe dar la sensación de nítida, ligera, poética; aunque sea sabia, debe parecer simple.
El resultado debe ocultar la proeza técnica, los engranajes pesados
Y es que la cocina está de moda.
Xesco y Michel Bras dixit.
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