lunes, marzo 23

Los mercados de hoy y de ayer

Le pedí a Oriol Lagé Altés que me hablase de los mercados y así fue:

Como la cita del cerdo ibérico, “a mi de los mercados me gusta hasta los andares”, porque los mercados están vivos, se despiertan, respiran, escuchan y se dejan escuchar, se mueven constantemente, son pueblos dentro de grandes ciudades, son órganos vitales de estas urbes tan estresadas y que cada vez más parece que miren hacia fuera y no se cuidan por dentro. Sin los mercados nuestra manera de vivir seria otra, no tendríamos la maravillosa memoria de nuestros abuelos, recuerdos impagables de cómo compraban verduras a las payesas que aún olían a tierra fresca, del vendedor de patatas que explicaba refunfuñando que este no había sido un buen año para la cosecha, de la mezcla de olores que casi podías ver a través de las historias que nos contaban y lo mejor de todo, en pleno invierno, con pantalones cortos y gorrito de lana, acompañar a la abuela a hacer la compra diaria al mercado del barrio, si, digo la compra diaria porque al mercado se iba casi cada día, a comprar, pero también a encontrarse con la señora Maria en la pescadería, con el señor Juan en la carnicería y tu callado escuchando, oliendo, mirando un sinfín de imágenes casi caleidoscópicas que te hipnotizaban. Haber vivido estas experiencias quizás explica nuestra pasión por la cocina, no solo por los fogones, sino por los productos, yo puedo decir con voz bien alta que un buen tomate me enamora, que una lubina fresca me hace saltar el corazón, que cuando huelo un jamón ibérico se me saltan las lágrimas.
Todo esto forma parte de nuestra historia y quién pierde la historia pierde la identidad. Es una pena que por querer ponerse a la vanguardia de las fashion cityes tengamos que renunciar a parte de nuestras raíces. Nos gusta presumir de ser la ciudad con el mejor mercado del mundo (la Boqueria) y de que nos sirve que el 80% de los visitantes solo estén para sacarse la instantánea con el producto más exótico. No nos olvidemos que hay mucha gente que come gracias a la buena caridad de los tenderos de los mercados, cosa impensable en una gran superficie. Me gusta la modernidad, pero no a cambio de pagar ciertos peajes con intereses económicos bien camuflados por las instituciones. Una cosa es arreglar los mercados para que continúen con su ancestral vida y otra convertirlos en pseudo superficies carentes de vida y la naturalidad que habían tenido antaño.
Sin mar no podría vivir, sin mercados tampoco.


Y yo le escribí...

Que los mercados son lugares auténticos. De los mercados me gusta el variopinto colorido, el bullicio, los penetrantes aromas que se adueñan de los mercados en plena actividad. Recuerdo a Ketama cantando su “pasa la vida”. Soy un mirón y ahí están ellos, unos venden otros compran, reparten, reponen, otros limpian, unos turistean otros sisan, estoy en el mejor teatro urbano que se pueda imaginar., y además puedo comprar. Me gusta que me atiendan personas, de tú a tú, me gusta que me lo vendan no que me lo adornen. Quiero trato directo.

Lo más frikie son esos guiris curiosos, de paseo con calcetines y sandalias que no le dejan trabajar a uno, que molestan, estorban y hacen fotografías a todo lo que les parece exótico (Oriol Lagué, 2003, no publicado). Además no compran, allí casi todo es alimento fresco, materia prima que no sirve de recuerdo turístico, no hay nada casi nada que se quieran llevar. Seguramente por eso han aparecido algunos curiosos puestos con el peligroso nombre de producto de la tierra o cosas por el estilo, siempre me las miro de reojo.

El ayuntamiento de Barcelona ha creado unas rutas turísticas de mercados que se puede consultar en www.mercatsbcn.com . Estos son los mercados que más he frecuentado en Barcelona: Horta, Barceloneta, Vall d’Hebró, El Carmel, Galvany, l’abaceria, Hostafrancs, el ninot, la concepción, Sta caterina, la Boquería o San Josep, Sant antoni, Guineueta... pero puede que me olvide de alguno.
Algunos los he visto antes y después de su reforma, aquí siempre me acuerdo de Pilar Rahola y su compromiso con los mercados ¿A ti que te parece? ¡Pregunta en Sta Catarina!! Yo tengo la seguridad que hay un pacto entre empresas de supermercados y mercados municipales para incluir un Super X en cada edificio que sufra una reforma. Esto en principio no acaba de gustarme, por mucho que sea en beneficio del mercado. Que tengan parking gratuito (cobrador y vendedor) me gusta más. Y mejor aún si se instalan también otro tipo de entidades, de índole cultural por ejemplo.

sábado, marzo 7

Pan con tomate para Barcelona Degusta


Pan con tomate

Ingredientes:
Pan - tomates maduros - aceite - sal

Elaboración
Cortad el pan en rebanadas del grueso de uno a cinco centímetros aproximadamente.
Mojad el pan con el tomate abierto por el medio por el lado, empezando a pasar por la costra, que hará dispersar el tomate. El pan tiene que quedar de color rojizo.
Aliñadlo con un buen chorro de aceite y un poco de sal. Se recomienda comerlo enseguida para que no se ablande.

A pesar de que en toda la cultura mediterránea sea normal juntar harina y tomate sólo a los catalanes se les ha acudido simplificar las cosas al máximo, mojar el tomate en una rebanada de pan. Nos encontramos ante la auténtica huella de un pueblo.

Nuestra cultura ha sido una cultura del pan, no entendido sólo como un simple acompañamiento, sino como base para elaborar todo tipo de platos. El pan con tomate, pan mojado con tomate o pan con aceite y tomates de colgar forma parte de las diversas formas de untar el pan natural o tostado con diferentes alimentos como: aceite y sal, aceite y azúcar, vino y azúcar, manteca y azúcar, chocolate y una larga lista de elementos muy variados. Constituye en sí mismo un típico desayuno o cena ligera, muy apreciado por toda Cataluña y que obtiene un gran resultado culinario satisfaciendo a todo el mundo, incluso a las personas de fuera que no lo conocen.


Es muy importante la calidad de los ingredientes principales, es a decir, del pan, del aceite y del tomate.

Garantizamos el éxito con un pan de hogaza bien asentado, denso y tupido, con una buena corteza y tostado o no, a gusto del consumidor. Unos tomates de colgar, aquéllos que se conservan durante el invierno y que tienen un gusto bastantes más concentrado, también podemos utilizar un buen tomate fresco, ahora bien, madurado en la mata y al sol (no de invernadero). El aceite tiene que ser de oliva y virgen, preferiblemente de elaboración próxima y del año. Una pizca de sal le dará la alegría necesaria para redondearlo todo.

Hay quien friega el pan por las dos caras. Hay quien friega el pan con ajo. Y ha quien lo prefiere tostado. Hay para todos.


Los más ortodoxos no pueden admitir la aplicación del tomate triturado con un pincel o una cuchara, otros ven en el reposo una mala práctica. Ahora bien, la primera opción la encontramos bastante extendida entre muchos elaboradores de bocadillos y cocas o rebanadas de pan con tomate de todo el país sin muchas quejas por parte de los consumidores y sobre la segunda opción ¿Quién no recuerda los bocadillos hechos por la mañana y que nos comíamos para merendar de pequeños? Tenían un regusto ácido muy interesante, no es en absoluto un delito ni un pecado, incluso puede ser todo un placer.