Discernir.
Cada cual es libre de leer lo que quiera o a quien le parezca y es al lector a
quien corresponde apreciar lo creíble, lo discutible y lo falso, la verdad a
medias o la mentira disfrazada. Solo el lector es responsable de valorar en
justa medida aquello que lee. La credibilidad de un escritor o de un opinador
se la gana cada cual. No ignorar.
Se
ha desatado este agosto un acalorado debate abierto sobre la crítica
gastronómica en la red. El tema es recurrente desde que aparecieron los blogs y
las redes sociales con sus supuestas influencias. En esta ocasión el tema era algo
más concreto. No muy acotado porque daba para irse por las ramas e ir opinando
sobre otros temas relacionados con la responsabilidad inherente a escribir un
blog o lo que sea destinado a un público. Todo empezó con la reacción airada de
un propietario que no supo encajar una mala reseña en un blog. Algunos de los
amigotes que tengo en periodismo o lisensiados en Lengua podrían ilustrarnos
sobre la crítica, el reportaje, la crónica, la reseña, el diario personal, que
yo me hago un lío, oiga.
Mucho
se ha escrito y hablado sobre la idoneidad y veracidad de las críticas
gastronómicas, vengan de donde vengan. La circense trifulca de algunos
periodistas gastronómicos con blogueros gallitos venidos a más (avalados por tropecientas
visitas en sus respectivas bitácoras) es anterior a twitter. Hablamos de supuestos
prescriptores, de las marcas y su ética, del corporativismo, de la blogosfera y
de los comunity manager. Las extensas redes sociales atrapan a grandes
cocineros famosos, el lobby gastronómico señala a sus influencers y abraza
fologüers sin miramientos, mientras que veta a otros o los repudia. La
televisión, a rebufo de la moda de mesa y mantel, se reinventa con sesiones
hipster de cocina concursal desencadenando una inagotable tormenta de tuits y
pseudebates de contertulios histéricas. Los bloggers han conquistado la radio y
la prensa escrita, no hay programa que se precie que no haya entrevistado a un
blogger o le haya invitado a un programa. Cierto es que algunos mindundis han
devenido en sabios epicúreos por arte de birlibirloque pero también lo es que
buenos y golosos manducantes han obtenido por fin una merecida oportunidad. Los
bloggers escriben sus columnas en noticieros de enjundia, en fanzines y
glamourosas revistas. A los bloggers se les invita a eventos, actos
promocionales y presentaciones a las que antes ni siquiera habrían imaginado poder
asistir. Es así, están aquí, han llegado para quedarse. Aquí estamos.
Desde
mi peculiar estatus, tengo una visión peculiar y particular de la crítica gastronómica,
de las crónicas a restaurantes y de las recomendaciones generalizadas. De los
que están ahí por méritos propios y de los que están ahí apadrinados, tanto de los
que cocinan como de los que escriben. De los de toda la vida y los recién
llegados. En todas partes cuecen habas. En todas partes hay vida y podredumbre
(EPIC, 2013) Hay cocineros, periodistas, bloggers y críticos que se encatan
escuchándose así mismos, muchos de ellos gurús, en cambio otros, escriben para los
demás, para compartir, para mostrar sus vivencias o sus conocimientos, desde el
más absoluto respeto, de un modo altruista, por el gusto de escribir.
Como
cocinero profesional me gusta que el crítico gastronómico esté formado en
distintas áreas, no solo en el arte de cocinar. En un restaurante no sólo la
cocina tiene un papel fundamental y sin el resto de los ingredientes del pastel
la función será siempre un desastre. Cualquiera puede dar su visión crítica de
las cosas pero esa crítica gana en credibilidad cuando el que la emite es ducho
en materia. Esta opinión mía acerca de los críticos oculta un carácter poco
modesto, orgulloso e incluso vanidoso, lo reconozco. A nadie le gusta recibir
críticas negativas, claro que no. Saber encajar no es un ejercicio sencillo
incluso si se aprecia con ello un camino de mejora. Los cocineros somos así de
orgullosos y muchas veces aprendemos refunfuñando. Una crítica mala no tiene
porqué necesariamente hacer daño. Toda crítica, comentario, reseña o crónica
tiene una estrategia de respuesta según sus características que van desde al
agradecimiento a la disconformidad pasando por la discusión, el debate y la
opinión. Algo así como un derecho a réplica en casa del otro, siempre que no
sea un anónimo. Del mismo modo que todos podemos tener nuestra propia casa, nuestro
espacio en la red, un espacio propio en el que escribir y opinar sin editores
de por medio. Desde tu púlpito puedes también defender tus teorías pero es en
el día a día y en el ruedo donde hay que defender esos argumentos. Sobre la
crítica, la prefiero acompañada de una línea de mejora o sugerencia y firmada,
si puede ser con foto.:-)
Siempre
que alguien hace referencia a tu casa o a tu trabajo es motivo de alegría y
satisfacción. Una reseña más, qué majos. Pero si esa mención proviene de alguno
de los blogs más visitados, su rebote será abundante. Una simple mención de
ellos en sus blogs y el número de visitas en tu blog/web asciende
repentinamente. Otra cosa es el verdadero retorno, cuando entra el cliente por
la puerta de casa o cuando sabes que alguien te está leyendo. Las visitas no
son necesariamente lecturas, claro que no. Y no todas las lecturas incluyen a
los comentarios. Dicho esto creo que la mayoría de bloggers tienen una influencia
cercana a la del boca a boca, que no es poca y no cuestiono la calidad del
contenido. Repito, en función del origen de la crítica está tendrá un mayor o
menor impacto. La abundancia de reseñas en la red ya sabemos que da popularidad,
reducida, pero ayuda.
Credibilidad.
En esto de la cocina y la gastrosfera, en eso que queremos llamar gastronomía,
pero que no lo es, hay mucho talibán y mucho hooligan. Hay corredores de fondo
y de velocidad. Trepas y macarras impostores al servicio de la moda. Papanatas
y mercenarios de los fogones (o del teclado y el micrófono) con la suerte de
cara. Pero también hay buena gente, sensibles, inteligentes y cultos SIC. A los
unos y a los otros hay que leerlos. Hay que buscar el grano entre la paja,
cerner, discernir.
Las
crónicas son el refugio del que no quiere hacer crítica aunque esta aparezca a
veces de forma disimulada, indirecta, desenfadada, irónica, inteligente... La descripción
bucólica, o no tanto, de la visita a un restaurante.
No
escribo mucho de restaurantes, por motivos obvios pero… Cuando la experiencia ha sido muy negativa,
desastrosa o indignante no he dado una segunda oportunidad. He publicado post
omitiendo el lugar de los hechos y regocijándome en los momentos más crueles. Ya
está. Y cuando la experiencia es muy buena y merece la pena compartir se
describe lo mejor posible, endulzado por el recuerdo de una grata velada, de
una gran comida. Asombrado por la vasta figura del Chef, la grandeza de la “mestressa”
o la inmejorable labor del maitre. Bien comido y bien servido. Bien pagado
también. Y entonces lo escribo, a veces lo edito. No escribo mucho de
restaurantes. A los restaurantes voy, como, y si me gusta y puedo, repito.
Ahora
debería eliminar algunos textos de este blog que no se ajustan muy bien a todo
lo que he escrito en este. Pero me da pereza así que ahí se quedan nuestras
críticas, crónicas o lo que sea. Están ahí, en el histórico del blog. Y claro, cualquier
día me encuentro con una desafortunada opinión por ahí y …
#zasca #entoalaboca
#etfelicitufill